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La trampa de la pasividad: El impacto de la indefensión aprendida en la empresa moderna

Indefensión aprendida

No es falta de compromiso ni de talento; es una desconexión cognitiva entre el esfuerzo y el resultado. Por qué la gestión del control es la variable crítica para la productividad de su equipo.


Estoy seguro que todos hemos pasado por situaciones en la que los líderes suelen culpar a la "falta de proactividad" o a la "resistencia al cambio" por el estancamiento de sus equipos. Sin embargo, la ciencia sugiere un diagnóstico más profundo y preocupante: la indefensión aprendida. Este fenómeno, identificado originalmente por Martin Seligman, ocurre cuando los empleados perciben que, sin importar cuánto se esfuercen o qué tan creativos sean, los resultados finales son independientes de sus acciones.


Para una organización, esto no es solo un problema de bienestar; es una fuga de capital intelectual. Un equipo que ha "aprendido" a ser indefenso dejará de innovar, dejará de señalar riesgos y, eventualmente, se sumirá en un presentismo letárgico.



El "efecto Seligman" en la oficina


La indefensión aprendida en la empresa no surge del vacío. Generalmente es el resultado de tres fallos sistémicos:


  1. Microgestión excesiva: Cuando cada decisión mínima debe ser aprobada por un superior, el empleado aprende que su criterio no tiene valor.

  2. Inconsistencia en el feedback: Si las recompensas y los castigos parecen arbitrarios o desconectados del desempeño real, el cerebro humano opta por la estrategia de ahorro de energía: la pasividad.

  3. Cultura del castigo al error: En entornos donde el error se penaliza severamente, el instinto de supervivencia dicta que lo más seguro es no intentar nada nuevo.


La anatomía del rendimiento: el estilo explicativo


La solidez de esta teoría reside en cómo el talento procesa los reveses. La investigación muestra que los empleados con un estilo explicativo pesimista ven un proyecto fallido como una prueba de su incompetencia personal (interno), como una señal de que nunca tendrán éxito (estable) y como una mancha que afectará todas sus áreas de trabajo (global).

El líder estratégico debe intervenir aquí, no con frases motivacionales vacías, sino ayudando a reformular el fracaso como algo específico, temporal y modificable. La resiliencia corporativa no es una característica innata del personal; es una arquitectura cognitiva que la empresa debe cultivar.


Del desamparo a la "agencia aprendida"


¿Cómo puede una organización revertir este proceso? La solución no es el optimismo ingenuo, sino la restauración de la agencia personal.


  • Autonomía por objetivos: Sustituir la vigilancia del proceso por la claridad en el resultado. Dar libertad sobre el "cómo" devuelve al individuo la sensación de control.

  • Transparencia radical: Cuando el equipo entiende los porqués de las decisiones de la alta dirección, el entorno deja de parecer un caos aleatorio y se convierte en un mapa descifrable.

  • Psicología de la "micro-victoria": En periodos de crisis o reestructuración, los líderes deben fragmentar los objetivos en hitos alcanzables a corto plazo. Esto permite que el empleado experimente el éxito de nuevo y "desaprenda" su incapacidad.



¿Por qué trabajar sobre la indefensión aprendida?


En la economía del conocimiento, el activo más valioso es la iniciativa. Sin embargo, muchas estructuras corporativas están diseñadas —involuntariamente— para anularla. La indefensión aprendida es el cáncer silencioso de la cultura organizacional; detectarla y corregirla no es un ejercicio de psicología suave, es una necesidad de negocio para cualquier empresa que pretenda ser ágil en el siglo XXI.


La pregunta para el directivo moderno no es por qué sus empleados no están motivados, sino qué aspectos de la estructura actual les han enseñado que la motivación no sirve de nada.

 
 
 

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