top of page

Proactividad: Navegando los Círculos de Covey para un Liderazgo Efectivo

Proactividad

Stephen Covey, en su obra, Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva,propone una herramienta conceptual extraordinariamente potente para lidiar con muchas de las situaciones actuales: los Círculos de Preocupación, Influencia y Control. Estos círculos ofrecen un marco práctico para cultivar un liderazgo proactivo y eficaz, transformando la manera en que abordamos desafíos y oportunidades.


La distinción crucial: Esferas de interacción


Imaginemos tres círculos concéntricos. El más externo es el Círculo de Preocupación, abarcando todas aquellas cosas que nos inquietan, ya sean la economía global, el clima, las decisiones políticas de un gobierno distante o incluso el comportamiento de personas ajenas a nuestra esfera directa. Dentro de este, se encuentra el Círculo de Influencia, que incluye las cosas sobre las que podemos actuar para generar un cambio, como la moral de nuestro equipo, la calidad de nuestros proyectos, o nuestra propia actitud y preparación. Finalmente, en el centro, está el Círculo de Control, el reducto de nuestra autonomía absoluta: nuestras decisiones, nuestras respuestas, nuestros valores y nuestras acciones directas.


La clave de la proactividad, según Covey, reside en dónde elegimos enfocar nuestro foco de atención. Las personas reactivas, aquellas que se sienten víctimas de las circunstancias, tienden a expandir su Círculo de Preocupación. Se enredan en lamentar lo incontrolable, se quejan de lo que no pueden cambiar y, en última instancia, agotan su energía en frentes donde sus esfuerzos son inútiles.
Esto no solo genera frustración, sino que también contrae sus Círculos de Influencia y Control, volviéndolas menos efectivas y más dependientes de factores externos.


















Por el contrario, los líderes proactivos —aquellos que asumen la responsabilidad de sus propias vidas y resultados— se concentran incansablemente en su Círculo de Influencia. Entienden que, si bien no pueden controlar la tormenta, sí pueden ajustar las velas. Reconocen que, incluso ante situaciones desafiantes en el Círculo de Preocupación, siempre existe una respuesta posible dentro de su Círculo de Influencia o, en última instancia, en su Círculo de Control. Esta mentalidad no solo expande su esfera de influencia, sino que también les permite abordar los problemas de manera más estratégica y efectiva.


Círculo de control: Donde reside nuestro poder directo


Aquí es donde reside nuestra verdadera soberanía. Las situaciones que caen en este círculo son aquellas en las que tenemos una capacidad de acción directa y sin intermediarios.


  • Decidir cómo responder a una crítica constructiva: La crítica, aunque a veces incómoda, ofrece una oportunidad para el crecimiento. La forma en que elegimos procesarla y actuar sobre ella es enteramente nuestra. Podemos ignorarla, resentirnos o, proactivamente, analizarla, aprender y mejorar.

  • Establecer nuestros propios límites y prioridades: En un mundo de constantes demandas, la capacidad de decir "no" a lo que no se alinea con nuestros objetivos y de priorizar lo que sí importa es un acto de control directo sobre nuestro tiempo y energía.

  • Desarrollar nuestras habilidades y conocimientos: La inversión en nuestro propio desarrollo profesional y personal es una decisión puramente nuestra. Elegir leer, aprender nuevas herramientas o buscar mentorías son acciones bajo nuestro control directo.

  • Mantener la integridad personal y los valores: En todo momento, nuestras acciones deben reflejar nuestros valores fundamentales. Actuar de acuerdo con nuestra ética, incluso bajo presión, es una manifestación de control interno.


Círculo de Influencia: Donde nuestra acción genera impulso


Este es el territorio donde el liderazgo cobra vida. Aquí, nuestras acciones no son directamente determinantes, pero tienen el potencial de mover la aguja. Es el ámbito de la persuasión, la colaboración y la construcción de relaciones.


  • Motivar a un equipo desanimado: No podemos controlar directamente el estado de ánimo de cada individuo, pero podemos influir significativamente a través de la comunicación empática, el reconocimiento, el establecimiento de metas claras y el fomento de un ambiente de apoyo.

  • Mejorar la comunicación interdepartamental: Si bien no podemos forzar a otros departamentos a comunicarse mejor, podemos iniciar conversaciones, establecer protocolos claros, mediar en conflictos y demostrar un modelo de comunicación efectiva que impulse a otros a seguir nuestro ejemplo.

  • Promover una cultura de innovación en la organización: No podemos decretar la innovación, pero podemos influir en ella creando espacios para la ideación, recompensando la experimentación, fomentando la asunción de riesgos calculados y liderando con el ejemplo en la búsqueda de nuevas soluciones.

  • Negociar con un proveedor o cliente: No tenemos control sobre sus decisiones, pero podemos influir en ellas a través de la comunicación efectiva, la presentación de propuestas de valor sólidas, la demostración de flexibilidad y la construcción de una relación de confianza.

  • Impulsar un cambio en las políticas internas de la empresa: Si bien no tenemos el poder de dictar nuevas políticas, podemos influir en su creación a través de la presentación de argumentos sólidos, la recopilación de datos, la construcción de coaliciones y la defensa persistente de nuestras ideas ante la dirección.


Círculo de preocupación: Donde la aceptación es la clave


Este círculo abarca las realidades que escapan a nuestra órbita de influencia directa o indirecta. Aquí, la proactividad no se manifiesta en la acción para cambiar la situación, sino en la elección de nuestra actitud y respuesta ante ella.


  • La inestabilidad económica global: Los líderes no pueden controlar las fluctuaciones del mercado internacional o las recesiones económicas. Sin embargo, pueden influir en cómo su organización se prepara y adapta a estas realidades a través de la planificación estratégica y la gestión de riesgos. Su respuesta proactiva está en la adaptación, no en el control del fenómeno.

  • Las decisiones gubernamentales de política monetaria: Si bien las políticas económicas afectan directamente a las empresas, un líder individual tiene nula capacidad de influir directamente en ellas. La proactividad aquí reside en la capacidad de anticipar los impactos y ajustar las estrategias empresariales en consecuencia, o incluso en la participación en asociaciones sectoriales para influir colectivamente.

  • El comportamiento impredecible de un competidor en el mercado: No podemos dictar las acciones de nuestros rivales, pero podemos preocuparnos por ellas. La respuesta proactiva es centrarse en nuestras propias fortalezas, innovar, mejorar nuestra propuesta de valor y desarrollar estrategias que nos permitan mantener la ventaja competitiva, independientemente de lo que haga la competencia.

  • Eventos naturales impredecibles (terremotos, pandemias): Son fuerzas mayores que escapan a nuestro control. La proactividad, en este caso, se manifiesta en la preparación para la resiliencia, la implementación de planes de contingencia y la capacidad de responder eficazmente a las crisis cuando ocurren, mitigando sus impactos.

  • Las opiniones o percepciones de individuos fuera de nuestro alcance directo: No podemos obligar a otros a pensar de una determinada manera sobre nosotros o nuestra organización, especialmente si no tenemos una interacción directa con ellos. La proactividad aquí consiste en enfocarse en la consistencia de nuestras acciones y en la comunicación clara de nuestros valores, entendiendo que el tiempo y la coherencia son los mejores abogados.


El liderazgo proactivo: Una elección diaria


La distinción entre estos círculos no es meramente académica. Es un ejercicio diario de autoconciencia y disciplina. Los líderes que comprenden y aplican este modelo no solo optimizan el uso de su energía y recursos, sino que también inspiran a sus equipos a hacer lo mismo. Al enfocarse en lo que pueden controlar y en lo que pueden influir, cultivan un ambiente de empoderamiento y responsabilidad, donde la frustración por lo incontrolable se reemplaza por la acción estratégica.


El "Modelo de Liderazgo Proactivo" de Covey nos desafía a ser arquitectos de nuestras vidas, no meros espectadores. Nos insta a reconocer que la verdadera libertad yace en nuestra capacidad de elegir nuestra respuesta ante cualquier circunstancia. Al arrastrar cada situación al círculo correcto, no solo clasificamos problemas, sino que reorientamos nuestro pensamiento, liberamos nuestra energía de las preocupaciones estériles y la canalizamos hacia la acción que realmente produce resultados. En un mundo cada vez más complejo, esta es, quizás, la habilidad más crítica para cualquier líder que aspire a dejar una huella significativa.

 
 
 

¿Nos dejas tu comentario?

Comentarios
Obtuvo 0 de 5 estrellas.
Aún no hay calificaciones

Agrega una calificación
Comparte lo que piensasSé el primero en escribir un comentario.
bottom of page