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El discreto encanto del encierro



Hay que aceptar que este encierro jamás se borrará de nuestras experiencias personales. Las nuevas generaciones, en la posteridad, recordarán y hasta estudiarán lo que sucedió durante estos meses. Cuántas historias se forjan hoy mismo dentro de las paredes de los hogares que se convirtieron en oficinas, salas de juegos, cines y hasta restaurantes. ¿Qué aprendimos en el confinamiento? Es una pregunta que tiene un tufillo inquisidor si no se aclara antes que no existe una lista de cosas por aprender, sino, un tejido de experiencias que nos dejan aprendizajes que van a marcar muchos hitos en el rumbo de nuestras vidas.


En el ámbito laboral es innegable que esta experiencia global de home office nos obligó a responder muchas dudas que teníamos sobre una eventual migración al teletrabajo. En Business Coaching School hace poco nos embarcamos en el estudio del impacto de este cambio. Corrimos una encuesta con un poco más de 700 trabajadores en varios países de América Latina, sobre todo de México y Ecuador. Entre los resultados de este estudio resulta que uno de los aspectos más difíciles de asumir frente al home office obligado es mantener un buen balance entre vida laboral y vida personal.


La empresa se metió en nuestras mesas de comedor, nuestras salas, incluso en nuestros dormitorios. Aunque la actividad empresarial es parte de nuestras vidas, con el confinamiento los sistemas hogar y oficina se fusionaron de forma temporal. Eso se tradujo en una mayor dificultad para diferenciar el tiempo y dedicación para cada dimensión.



¿Qué hacer? Aquí cuatro consejos para mejorar el balance vida laboral - vida personal en tiempos de home office y pandemia:


  • Establezca límites. Tome su agenda y establezca horas de inicio y cierre de las actividades laborales. Sea muy estricto con esto. Hable con su jefe o colaboradores y planteen horarios similares a los que tienen de forma regular. Después de esa hora, las actividades que se presenten quedan para el día siguiente.

  • Comunicación asertiva. Abundan los videos de reuniones Zoom con sorpresas caseras. Converse con los miembros de su familia de forma abierta planteando la necesidad de mantener horarios y espacios físicos para trabajar. Si tiene hijos pequeños, explíqueles que sigue trabajando, es probable que al ver que está todo el día en casa piensen que son vacaciones.

  • Aprenda a decir NO. Es difícil, pero si no lo hace pronto estará secuestrado por una agenda inmanejable de actividades para las que no le va a alcanzar las 24 horas del día. Para ello es útil la famosa matriz de Stephen Covey sobre lo importante y urgente. Diga que no a lo no urgente y no importante. Delegue lo que sea delegable y diga que no a esas largas reuniones improductivas que bien podrían ser un correo electrónico o un mensaje de WhatsApp.

  • Prepárese para trabajar. Ya sé que es cómodo andar con pantuflas y pantalones cortos. Pero si usted cambia los hábitos matutinos de trabajo por los de día libre, entonces estará más predispuesto a mezclar los roles. Y haga lo contrario también, deje la ropa de trabajo por la de descanso una vez que cierre la jornada.

  • Desconéctese. En sentido literal. Muchos de los comentarios que recibimos de las entrevistas personales que hicimos previo al estudio para definir las preguntas, reportaban la enorme dificultad de desconectarse del trabajo. ¡Hágalo!

A pesar del duro momento que vivimos, existe un discreto encanto de este encierro: todo lo que estamos experimentando.


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