En un programa de televisión en Ecuador una de las presentadoras dice «no basta la actitud positiva como dicen los coaches». Lo triste es que lo dice en medio de un programa dedicado a tratar la depresión. ¿El coaching puede ser parte de un tratamiento para la depresión?
La otra pandemia
Poco a poco el mundo descubre otros efectos de la crisis sanitaria por la pandemia de la COVID-19. Unos más visibles –el confinamiento, la desaparición de miles de negocios, el aumento de la migración hacia países más desarrollados—y otros menos visibles, pero igual de terribles para la humanidad, como por ejemplo la depresión.
Francisco se quedó sin trabajo al inicio de la pandemia. Los pocos ahorros que tenía pronto se agotaron. A los dos meses logró un trabajo bastante precario en una empresa de distribución. El mundo que había conocido se vino abajo. Pronto quedó atrapado entre la tristeza, la ansiedad y un profundo pesimismo que se reflejaba en constantes discusiones con su pareja.
Las restricciones y la incertidumbre, sumado a la crisis económica, provocaron un incremento de sensaciones como la ansiedad, preocupación, tristeza y miedo. Todas estas sensaciones que sirven de protección —la tristeza es la respuesta ante las pérdidas, el enfado nos sirve para poner límites, la preocupación nos permite adaptarnos—, en medio de la crisis, incrementaron su intensidad y frecuencia.
Francisco nos contó que había noches que se despertaba con pesadillas y que no volvía a conciliar el sueño, lo cual también aumentaba la sensación de tristeza. Estaba en un círculo vicioso. Por presión de su pareja fue con el psicólogo. Luego de varias evaluaciones le diagnosticaron un episodio depresivo menor. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la depresión es un trastorno mental muy frecuente. Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. Además, es la principal causa de discapacidad.
Para la OMS la depresión es una enfermedad que se caracteriza por la pérdida de interés en las actividades que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas durante al menos dos semanas [1].
La depresión es una enfermedad muy grave, puede llevar incluso al suicidio. Se presenta tanto en adultos como en niños y su tratamiento suele involucrar psicoterapia e incluso medicación. Es decir, la depresión debe ser tratada por un psiquiatra o psicólogo, jamás por un coach.
"Es decir, la depresión debe ser tratada por un psiquiatra o psicólogo, jamás por un coach profesional."
El coaching no es terapia
Aunque pecamos de repetitivos, tenemos que decirlo: el coaching no es terapia. Un coach no se forma para afrontar enfermedades o patologías —por lo menos esa es nuestra concepción y la dejamos muy clara en nuestro código de ética y en nuestros procesos de formación—. El comentario de la presentadora es una muestra más de la confusión que existe sobre el coaching. El coach profesional no es un dispensador de frases felices, mucho peor alguien que asuma roles para los cuales no tiene competencia.
Hace muchos años la moda de la PNL generó una profunda crítica hacia quienes se formaban en aquella disciplina. Sin tener formación de base se dedicaban a tratar fobias, depresión, duelos, etc. No dejemos que el coaching profesional se degrade más haciendo procesos que no corresponden con su naturaleza y sobre todo, no pongamos en riesgo la salud mental de otros.
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