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¿Estás siendo víctima de hostigamiento laboral?


Mobbing

Entró en su oficina, le gritó, tiró al suelo lo primero que se le cruzó y antes de irse aventó la puerta con fuerza. Luego del incidente, ella se encerró en el baño a llorar. Esto es lo que me contó Carla, una ejecutiva con la que apenas iniciábamos un proceso de coaching ejecutivo. De pronto, adicionó algo que me dejó perplejo: «así es mi jefe, luego se le pasa». ¿Qué debe hacer un coach profesional ante una situación como esta?

El mobbing —en español: hostigamiento laboral— se ha convertido en un grave problema. El ambiente de violencia que brota a partir de la crisis de nuestros tiempos ha provocado varios fenómenos que afectan, también, el entorno laboral. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) instó a los países de América Latina y el Caribe a avanzar hacia la ratificación del Convenio 190 sobre la Violencia y el Acoso que entró en vigor en junio del 2021. En este documento se define a la violencia y acoso en el mundo del trabajo como: «un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar, un daño físico, psicológico, sexual o económico, e incluye la violencia y el acoso por razón de género».


 

Test: ¿Estás siendo víctima de mobbing?

Este no es un test concluyente sobre hostigamiento laboral, es solo referencial.


Si has contestado afirmativamente más de 15 preguntas es posible que necesites apoyo y debas hablar con alguien sobre lo que ocurre en tu ambiente laboral.

 

Le pregunté a Carla si estos episodios eran frecuentes, me comentó que sí, aunque ella se había ya acostumbrado. Por alguna extraña razón —muy extraña para mí— había normalizado esa relación. Sin embargo, no es un hecho aislado. La normalización y naturalización de la violencia se produce bajo el paraguas de aspectos culturales, relaciones de poder, condiciones estructurales e incluso por factores de contexto, como por ejemplo: la posibilidad de perder el empleo. Definitivamente, a esta altura ya me había quitado el sombrero de coach y le pregunté a Carla: ¿Por qué soportas esta situación? Básicamente me respondió que temía quedarse sin empleo y en las condiciones en las que se encontraba el mercado laboral era un riesgo demasiado grande perder lo que tenía. La violencia laboral emerge en las relaciones sociales del trabajo e involucra prácticas sociales discriminatorias. Según Carla, los episodios de violencia de su jefe se producían, sobre todo, con las mujeres de su oficina. Hasta que llegó el momento de la verdad. El patrocinador de esta empresa me había contratado para mejorar la relación entre Carla y su jefe, pero, luego de esta revelación me quedó claro lo que tenía que hacer. Un coach no puede trabajar en procesos en los que se hipoteca sus propios valores y creencias personales, simplemente, hacerlo sería antiético. Era imposible trabajar sobre un tema que, claramente, tenía una implicación moral tan grande.

 

En un sondeo realizado el 29 de abril de 2019, alrededor del 12,3% de los encuestados en México dijo haber sido víctima de acoso en el ámbito laboral. De las personas que sufrieron acoso laboral, el 44,4% fue por acoso de tipo sexual

 

Le comenté a Carla que no había forma en la que yo pudiera ayudarla. El objeto de desarrollo que me habían pedido contenía un componente disfuncional, había una relación de violencia que estaba normalizada y le ofrecí trabajar sobre cualquier otro aspecto que no tuviera relación con este tema. Lamentablemente, no fue posible continuar. Carla comprendió la situación y decidimos entre ambos comunicar al responsable la decisión. Claro, nunca más me llamaron de aquella empresa para ningún proceso. Varios meses después me encontré con Carla, para mi sorpresa ella había dejado la empresa y había iniciado un pequeño negocio en el que ganaba mucho menos dinero, pero la tranquilidad era superior. Tomar conciencia de este tipo de violencia es esencial para construir un futuro del trabajo más saludable. A la fecha, el Convenio 190 de la OIT ha sido ratificado por seis países, entre ellos: Uruguay, Argentina y Ecuador.

Antes de despedirme de Carla luego de ese encuentro fortuito le pregunté qué le llevó finalmente a tomar esa decisión, me dijo: «en parte, fue aquella conversación que tuvimos».


¡Gracias, Carla!







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