Hacia otros modelos de empresa: Las empresas del bien común
- Editor Blog BCS
- 4 abr
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El capitalismo es una fuerza dominante en el mundo moderno. Este sistema económico ha promovido la idea de maximizar beneficios como el principio rector de las empresas. Es revelador entender que no es un sistema puramente económico, sino que se entrelaza con la cultura para legitimarse. Debido a ello, se ha configurado economías, sociedades y culturas en todo el globo.
Sin embargo, a lo largo de los años, esta búsqueda de ganancias ha contribuido a una especie de colonización mental, donde valores, creencias y comportamientos impulsados por el mercado han suplantado las tradiciones y prácticas locales en diversas regiones del mundo.
Esta colonización se manifiesta en la adopción global de modelos empresariales y de consumo homogeneizados, lo que a menudo lleva a la erosión de las identidades culturales y a la explotación de recursos naturales sin consideración por el bienestar a largo plazo del planeta y sus habitantes. El capitalismo ha adaptado y explotado narrativas culturales para justificar prácticas depredadoras, perpetuando un ciclo de desigualdad y descontento social.
Hacia las empresas del bien común
La crítica al capitalismo tradicional ha dado lugar a la búsqueda de modelos empresariales alternativos que priorizan el bienestar humano y ambiental sobre los beneficios económicos. Estos modelos proponen una transformación en la manera en que las empresas operan, favoreciendo prácticas sostenibles, justas y responsables. Por ejemplo, el modelo de "Economía del Bien Común" sugiere que las empresas deben medirse no solo por sus ganancias, sino también por su impacto en la comunidad y el medio ambiente.
¿Qué es la Economía del Bien Común?
La Economía del Bien Común es una alternativa a los modelos económicos convencionales. Se fundamenta en la priorización de un conjunto de valores humanos fundamentales que trascienden la mera acumulación de capital. Mientras que el capitalismo tradicional se centra primordialmente en la maximización del lucro individual, esta alternativa coloca en el centro la dignidad humana, la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, la justicia social y la democracia participativa.
Esta reorientación axiológica implica un cambio profundo en la lógica económica, donde el éxito de una empresa o de la economía en su conjunto no se mide únicamente por indicadores financieros, sino por su contribución tangible al bienestar colectivo y al equilibrio del planeta.
El Balance del Bien Común
Un elemento innovador y definitorio de la Economía del Bien Común es la introducción del "Balance del Bien Común". Esta herramienta práctica insta a las empresas a evaluar de manera integral su impacto en la sociedad y el medio ambiente, extendiendo la noción de rendimiento más allá de los beneficios económicos. A través de este balance, las organizaciones analizan sus prácticas en relación con los valores del bien común, fomentando una visión holística que considera las consecuencias de sus acciones en diversos ámbitos. Esta perspectiva contrasta con los modelos tradicionales, donde a menudo se prioriza el rendimiento económico a corto plazo, relegando a un segundo plano las externalidades sociales y ambientales que puedan generar las actividades empresariales.
La Economía del Bien Común aboga por el desarrollo de un marco legal vinculante que incentive y recompense las conductas empresariales orientadas hacia el bien común. Esta propuesta se diferencia de los sistemas económicos predominantes, donde la regulación a menudo se percibe como una restricción a la libertad económica y donde las prioridades económicas pueden prevalecer sobre el bienestar social y ecológico.
Al buscar un marco legal que promueva activamente la responsabilidad social y ambiental de las empresas, la Economía del Bien Común aspira a crear un entorno donde la búsqueda del beneficio individual esté intrínsecamente ligada a la contribución al bien colectivo, ofreciendo así una alternativa viable y participativa a la dicotomía entre capitalismo y socialismo.
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